“Primero, fue necesario civilizar al hombre en su relación con el hombre. Ahora, es necesario civilizar al hombre en su relación con la naturaleza y los animales”. Victor Hugo.
Abriendo la páxina web de Xulio Concepción uno tiene la sensación de estar ante un monumento digital que encierra unos saberes únicos y ancestrales.
Pichando en sus enlaces cogemos el ratón con delicadeza, como si se tratase de un gran libro, pasando las páginas con cuidado, lentamente, hasta con miedo, para que las futuras generaciones lo disfruten intacto.
El trabajo de Xulio es titánico, paciente, minucioso, de campo, de casería, de aldea, de cabana, pisando peñas, cumbres, fuentes, puertos, bosques, caleyes, investigando, un Indiana Jones en toda regla. Fotografiando, deduciendo, razonando, anotando cualquier mención o topónimo de esos pastores ya casi desaparecidos, como si hubiera descubierto un Santo Grial o un Arca de la Alianza.
También el trabajo de Xulio es arriesgado porque internet se ha convertido en un templo de banalidades, naderías, refugio para «guapis/followers/influencers» de lo estúpido que llevan la bandera de la involución con la cabeza alta y orgullo. Pues en ese terreno de juego hostil, donde muchos naufragan cuando intentan divulgar cultura o ciencia , Xulio sale victorioso con tantas visitas que podría considerársele el influencer de los puertos y de las cabanas.
Utiliza un lenguaje rico, apasionado y apasionante, tanto en castellano como en asturiano, por ello no me queda otra que pedir disculpas por atreverme a escribir un blog con una narración tan torpe y un lenguaje tan limitado.
La naturaleza es para Xulio un libro infinito del que aprender, un libro despreciado e ignorado por aquellos que gustan de esas macrogranjas de engorde que son las ciudades, en consecuencia sus habitantes son auténticos y genuinos analfabetos. Las ciudades, en cuanto dejaron de alimentarse de los pueblos, se han convertido en auténticos cánceres creados por un hipercoronavirus letal llamado capitalismo.
Xulio admira y siente pasión por esos pastores que vivían de la naturaleza y con la naturaleza, en auténtica fraternidad. Eran auténticos ecologistas, creando biodiversidad, el hombre integrado en la tierra como diría Félix. Conocían la riqueza de las peñas calizas, cada planta y para que valía, para dar de comer y sanar al paisano y al ganao, no aplican los antibióticos. Productos sanos y saludables, paisanos sanos y saludables.
El puerto de montaña, un rico ecosistema mejorado por el hombre como las pumaradas tradicionales, los castañeos o las dehesas. En contraposición el sobrepastoreo de los ganaderos jubilados hipersubvencionaos a los que les sobra cualquier tipo de fauna silvestre o cualquier árbol, las modernas pumaradas intensivas hiperglifosatadas (a las que incluso les falta la manzana de fuera, muy de fuera) o las nefastas ocaliteras.
Ya no quedan pastores, ahora las cabanas son pequeñas casas rurales para ir a pasar fines de semana. Los ganaderos con sus barrigas chigreras suben en coche o todoterreno a ver el ganao. Ya no hay comunión con la naturaleza. El conocimiento del terreno, de las plantas, de la tierra en definitiva, se perdió.
Xulio, Xandru y servidor dejamos los coches en el alto´l Palo (no el puerto de La Cubilla, un error más fruto de esa dichosa contaminación cultural que tanto denuncia Xulio, pero mejor que yo lo explica él). Palo hace referencia a la abundacia del líquido elemento (‘agua estancada entre rocas, lugar pantanoso’), pensemos en la vegetación palustre.
Comunica los pastos altos de Tuíza lenenses con el puertu Mieres, valle de La Cubietsa antes puerto Pinos para los de León, quizás por la abundancia de pinos silvestres en su tiempo, es una suposición.
Paso obligado del camino francés, el que entraba por el Güerna, un ramal del camino de Santiago, alternativa del que baja por Payares que antes, mucho antes, en el amanecer de los tiempos, fue una vía abierta por el ganao y los pastores.
Al camino se le pueden asociar el monasterio de acebos y otra hermita en el mayáu La Cubietsa que veremos más adelante. El primero desde el alto´l Palo descendiendo por pastos lenenses siguiendo la linéa de alta tensión junto a una torre, aún se conservaríen les muríes, en Los acebos.
Todo esto infinitamente mejor lo explica Xulio:
https://xuliocs.com/alto-l-palo-tolobriga-tolondra-cubilla.php
Antes de empezar la caminata miramos y disfrutamos de la Peña Ubiña que según Jovellanos … vese desde tierra de Segovia y desde muy dentro del mar….
La peña podría formar parte del Mons Vindius (Monte Vindio originalmente atribuido sólo a la Peña Santa y/o Picos de Europa), montaña blanca o albina, refugio sagrado de los astures.
https://xuliocs.com/benduenosvdio.php
Haz clic para acceder a benduenos-origen-santuario.pdf
El historiador romano Lucius Annaeus Florus (Floro, siglos I-II) citó estas montañas en su obra Epitomae Historiae Romanae: “eminentissimum Vindium montem” (altísimo monte Vindio), llegando a decir que eran tan inaccesibles que los astures, seguros de sí mismos, afirmaban que antes lo ascenderían las olas del mar que las legiones romanas.
CONOCIMIENTO HISTÓRICO Y PATRIMONIALIZACIÓN DE UN ENCLAVE DE LA MONTAÑA CANTÁBRICA: LAS UBIÑAS
David Gallinar,Cristina García-Hernández y Jesús Ruiz- Fernández
Universidad de Oviedo
Es una mole impresionante de caliza de montaña del periodo carbonifero (era del paleozoico, 359-299 millones de años) la misma que la de la Peña Careses o Picos de Europa. Toda la zona se vio afectada por el glaciarismo del cuaternario (dolinas, circos, morrenas, …) cuando les fayes se extendieron con los frios por la cordillera cantábrica desplazando a robledales y a pinares silvestres.
Estamos en el Parque Natural Las Ubiñas-La Mesa, la vegetación por donde vamos a transitar se corresponde mayormente al piso subalpino y la fauna del parque es impresionante: lobos y osos por los cordales, aguilas reales, alimoches, buitres, …
Lugar que utilizaron las antiguas tribus para vigilancia del paso (el alto´l Palo), no escogieron mal sitio, las vistas son impresionantes dominando todos los valles.
«… cultos indoeuropeos más de seis mil años antes que llegaran a estas peñas y a estos pueblos los romanos y los cultos cristianos …» Según Xulio
Empezamos a subir muy lentamente fijándonos en todo, sin prisas que siempre son malas consejeras si uno quiere aprender en el monte, con los cinco sentidos como diría Xulio, «lenteando» como diría Joaquín Araújo.
Las peñas calizas para los antiguos pobladores de estas montañas eran sagradas, calidad del pasto y comida.
Descendemos de Peña Tolóbriga dirección este por la falda de La Almagrera y La Mesa después.
Es curioso que los dueños de estas montañas llamaran gabuxas a dos plantes, el agracejo y la gayuba, les dos dan frutos rojos, se comían y eran diuréticas, veamos la precisión de Xulio:
Llaman los nativos mayores de Tuíza gabuxas o cerecinas, a un arbusto que da esos frutos roxos comestibles, con espinos y piel amarilla interna bajo la corteza de las cañas: el agracejo (Berberis vulgaris), que los pastores cabraliegos llaman espinela. De ahí el topónimo Los Gabuxeos, en los altos del Meicín, con abundantes arbustos de esta planta en toda la campera y entre las peñas circundantes por la ladera.
En el mismo valle del Güerna, otros nativos mayores también llaman gabuxas a otra planta de hojas y frutos muy parecidos, pero distinta: Arctostaphylos, uva ursi
Estamos en un auténtico paraíso, el tiempo se detiene, las prisas de lo cotidiano no tienen sentido alguno, la grandeza de los paisajes nos hacen sentir pequeños e insignificantes pero potencialmente nocivos, eso claro está. Nunca entenderé a esa gente que prefiera a esto el estar en una terraza abarrotada de gente respirando polución, en un centro comercial o metidos en casa delante de un televisor o horas y horas sin ver la luz del día.
Esta grandeza fue creada y mantenida con el esfuerzo de mucha gente pequeña, artesanos del pastoreo y el mundo rural, hermanados con la madre tierra. Esta grandeza amenazada por un sistema económico que hace la vida imposible al pequeño. El sistema acaba con el pequeño y permite mantenerse a flote al grande, con un flotador hecho a medida para que no sucumba un entramado artificioso y artificial que solo tiene sentido en un planeta con recursos infinitos. ¡Maldito sea!
Y llegamos a la Vatsota (Valle alto, ver https://xuliocs.com/vachot.php). Llama la atención las tonalidades de verde al lado de los regatos y zonas húmedas
Es hora de la comida, «los inquilinos protesten» decía mi güelu, un bocata en el monte siempre supera a cualquier restaurante con estrellas michelín.
Buen sitio escogió Xulio, una colladina entre La Mesa y La Tesa, con vistas a las Tuízas.
Y con buena compañia:
Todos esos pastos que vimos desde la falda de La Mesa nos disponemos a cruzarlos, dirección sur.
Hay regatos con agua limpia, nada que ver con los olines de les ganaderíes intensives del centro de Asturies que van para los ríos y maten los umeros.
Que pena que el mundo urbanita se cargase el mundo rural desprestigiándolo, abandonándolo siempre mirando por encima del hombro.
Yo sostengo que alguien se puede enamorar de un paisaje y quedar prendado de él años y años, nadie puede dañar algo que quiere. Creo que no me equivoco cuando pienso que aquellos pastores estaban realmente enamorados del paisaje, de sus puertos, los cuidaban , los explotaban y sabían hasta donde podían llegar para no agotarlo, era su medio de vida. ¿Está enamorado alguien que sulfata una pumarada y deja el suelo yermo?¿O alguien que planta una ocalitera y empiezan a secar les fuentes?¿O cuando vierten los olines y ven como los umeros empiezan a secar?
Y llegamos a este impresionante sumidero de agua, uno se acerca y oye las chovas entrando en picao al interior de la sima.
Las leyendas del puzu mejor que yo las cuenta Xulio.
https://www.xuliocs.com/vachpuz.htm
Ahora dirección oeste hacia el mayáu La Cubietsa
Una capilla (que ahora es cuadra), quizás monasterio, en pleno camino francés, en un sitio bien abrigado, resguardada de los vientos del norte, con agua, pesca, caza, pastos y probablemente huerta. Sabían elegir bien los supuestos monjes.
Xandru y yo agradecemos a Xulio la caminata, sus enseñanzas, los paisajes, les plantes, los paxaros, un día en el que aprendimos a disfrutar de la Vatsota con los cinco sentidos y a leer su paisaje. Un lujo y un privilegio, repetiremos seguro.
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